Metáfora es un término que se utiliza comúnmente en teoría literaria y por ello se cree que solamente es una cualidad del lenguaje poético. Sin embargo las metáforas van más allá de lo retórico, ellas viven entre nosotros, son metáforas de la vida y del verbo que nos construyen rutinariamente.

Una metáfora consiste en la identificación entre dos términos, de tal manera que para referirse a uno de ellos se nombra al otro con la intención de facilitar su comprensión. Por ejemplo, “La vida es una jornada”; aquí hay dos términos entre los cuales existe una semejanza “Vida” y “Jornada”. El primero es literal y el segundo en sentido figurado. Entonces esta metáfora se refiere en forma literal a la Vida, sin embargo utiliza un medio figurado que es “Jornada” para lograr facilitar una comprensión de fondo, es decir, el verdadero discurso en la idea de la existencia es “Un recorrido, un camino”.
Otro ejemplo coloquial: “El tiempo es un ladrón”. Aquí usamos lo literal “Tiempo” que se explica a través de lo figurado “Ladrón” para conseguir una traslación fundamental que se traduce en “Robo / Hurto”. Así mismo en la frase frecuentemente utilizada “El amor es una enfermedad”, usamos lo figurado “Enfermedad” para aceptar la idea de que el amor es “Sufrimiento / Angustia”.
Una metáfora muy común y muy fuerte que seguro la hemos escuchado o peor aún utilizado: “La vida es un infierno”, donde el término literal “Vida” se explica con “Infierno” y como consecuencia terminamos con un discurso nefasto donde se entiende a la existencia como un “Castigo”.
Ahora y a través de estos ejemplos podemos tomar conciencia de que nuestro diario vivir está inundado de metáforas que le van dando forma a nuestra manera de pensar y que ello determina en gran mesura quiénes somos y cómo actuamos.

Desde el poder connotativo y denotativo de las palabras podemos crear una experiencia negativa o positiva. Si en lugar de usar la metáfora “La vida es un infierno” usamos “La vida es una jornada” vamos inmediatamente a cambiar nuestro discurso depresivo por uno esperanzador, porque nos diremos a nosotros mismos que la vida como toda jornada tiene sus altibajos pero que no es ni un infierno ni un paraíso, sino un viaje en donde es posible experimentar de todo: luz, oscuridad, alegrías, tristezas, etc.
Ahora, en cuanto a la metáfora del tiempo, imaginémos cuan miserable nuestra vida puede ser si andamos pensando que el tiempo es “Un ladrón” que nos roba los años, la juventud, la felicidad, etc.; por el contrario, si pensamos en el tiempo como “Un regalo”, inmediatamente cambia nuestra percepción de él, nos sentimos afortunados y actuamos agradecidos por contar con horas para reír, para dar, para querer, para crecer.

Lo mismo pasa con la metáfora “El amor es una enfermedad”, la cual nos ubica en una agonía perpetua porque miramos al amor con sentido trágico y sufrido. En cambio si nos decimos a nosotros mismos que “El amor es luz”, entonces vamos a sentirnos iluminados y podremos reconocer que aquello que no es luz, brillo y alegría no es amor; y desde este entendimiento encontraremos fortaleza para apartarnos de aquellas emociones turbulentas y de aquellas personas que creemos amar o que creemos que nos aman pero que solo nos provocan desasosiego.
Mediante estos ejemplos ilustrativos logramos reconocer las metáforas de la vida cotidiana y cómo cada uno de nosotros tenemos el poder de crearlas, cambiarlas, adecuarlas en pro de nuestro bienestar, porque sin duda alguna nuestro discurso personal es determinante en nuestras acciones.
>>Si quieres practicar la forma en como te hablas a ti mismo para pensar mejor y sentir mejor puedes acudir a nuestro sitio hermano:
HABITANDO LOS INSTANTES: Inspiración, Magia y Bienestar>>>También puedes seguirnos y contactarnos en:
FACEBOOK: Habitando los Instantes